La ineficiente gestión de la pandemia de la COVID-19, sumada a la constante incertidumbre política, afectaron la inversión privada en el sector minero. Depende del Estado revertir esta situación en un corto plazo.
Como país minero, el Perú ha destacado como segundo productor mundial de plata y cobre, además de ser el tercero en producción de zinc. En Latinoamérica es el primer productor de oro, estaño y plomo, y el segundo en molibdeno. Este posicionamiento es posible gracias a la cordillera de los Andes, que recorre nuestro territorio de manera longitudinal y es la fuente de los depósitos minerales que producimos para todo el mundo, dentro de un marco regulatorio motivador de inversiones en el sector.
Debido a las políticas económicas de los últimos Gobiernos y la pandemia de la COVID-19, para el 2022, la producción se sostendrá en las reservas económicas obtenidas en las campañas de exploración y geología realizadas en prepandemia. Los productos que más se exportarán serán el cobre, la plata, el oro, el estaño, el zinc y el molibdeno. La reducción de inversiones en las exploraciones impactará negativamente a la producción de los siguientes años.
A su vez, los problemas financieros del gigante Evergrande han generado crisis e inestabilidad inmobiliaria en China y en el sistema financiero mundial, sumado a la presión inflacionaria de la economía de EE. UU. En nuestro país, esta situación afectará al sector minero y al no metálico, también conocido como minerales industriales, como el mármol travertino, la diatomita (somos el primer productor de América del Sur), la bentonita y los boratos. ¿Cómo revertir esta situación?